PRIMERA SENTADA
Hace tiempo que la mano se astilla. La primera vez en el zendo es igual de doloroso que el primer beso, la primera ecuacion, o la salida del primer bar. Uno no sabe si se esta sentado por orgullo, por piedad o por necesidad. El pie se duerme, pero siente. El cuerpo parece cobrar vida por su propia cuenta, a veces tiembla y otras se contrae. Y lo peor simpre son las voces, esas infames voces que nunca callan.
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