Llego el día. Siempre es cuestión de tiempo. Siempre pense que podria suceder, pero esperaba que no me pasara. Pense que la libraria y esquivaria durante mucho más tiempo. Supuse que seguiria siendo un espectador que desde la comodidad del morbo me enteraria de la jornada del día.
Los lugares donde ando y las gentes con quienes me junto parecen garantia de sobrevivencia.
-Pues si vengo de Chilangolandia y durante 22 años la libre sin problema-
Habia desarrollado un cierto amuleto de protección contra la malsalva y la persecución, y claro, cierto alo de suerte e intuición que valoro en mi persona me habian hecho la balona. Pero no fue suficiente. Uno no es inmune y los angeles de la guarda se aburren y se esconden. Asi que llega la indefención.
No miré, no me enteré de nada, solo mis oidos y mi intuición hicieron que me protegiera. Me espante y puse digno, me espante otraves y segui espantado hasta mas entrada la noche. Segui espantado y rabioso, y luego incredulo.
Me vi derepente debajo de un escritorio color caoba tratando de mirar e imaginar que mas podria pasar. Luces azules y rojas de aqui y de allá, que van y vienen, que deslumbran un rato los ojos y luego ya no, y luego si, y luego no...
El sonido alarmante de las torretas...
La odiosa orden de la funcionaria de gobierno que nos corria del lugar con el pretexto de no podernos proteger...
La "guera" con cara desencajada y en shock tratando de explicarnos lo que pasaba...
La indefensión y el coraje... y otra ves el coraje...
Y las ganas de salir corriendo, y la desgracia a unos pasos de mi. La desgracia que alimenta la ciudad. Y yo ahi abajo del escritorio con el espanto. Y el espanto que no se va. Y la muina y la rabia y el enojo y la indignación...
Si, fue la noche de antier que me toco la balacera en Tijuana.
1 comentario:
Creo que todos pensamos igual que tu, y lo que menos queremos en contar una anécdota como la tuya, que bueno que fue "sólo" eso.
Saludos, Lorenia.
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